RELATO PERSONAL DE NGUILLATÚN EN PUDAHUEL


Entrar en el orden cósmico para solicitar sus dádivas, nos estimula a buscar a los otros, a entenderse con otras personas más experimentadas, o que están ya en el camino de trascender el significado de la vida humana aquí en la tierra. Para tales efectos uno, el individuo ya es un dos, un tres, un cuatro, incluso un cinco cuando se ubica en el punto exacto de las intersecciones entre el norte y sur, entre el este y el occidente. Entonces siente el llamado de los cultrunes y se acerca, pide permiso y accede al ritual.
El domingo 17 de octubre en el estadio Modelo, recinto de la municipalidad de Pudahuel, en la Región Metropolitana, para las manifestaciones deportivas y culturales, se convocaron numerosas familias y organizaciones para la celebración de una rogativa. Si bien fui invitado, los che que me habían extendido la invitación no los encontré, y deambulaba entre las distintas ramadas que se habían erigido para la oportunidad, donde en la mayoría de ellas, figuraban animales sacrificados y a las brasas. En el mismo entonces, divisé a una señora, mientras tocaba con mis ojos cada posibilidad de encontrar a alguien conocido, extraer una sopaipilla circular como un sol, de una sartén hirviendo. La Rogativa ya comenzaba a vigorizarse a medida que las hileras de Peñis y Lamgen (Hermanos y Hermanas) se iban conformando tras las y los machis y longkos que ofrecían a los pies del Rehue (altar instalado con ramas de canelo que sirve de eje para que la gran sopaipilla humana, pueda girar en un orden trascendente y conectado como hijos de la Ñuke Mapu y receptores del Wenu Mapu, el cielo), las distintas ofrendas en semillas, alimentos, animalitos muertos y otras riquezas hechas por hombres y mujeres de la tierra con motivos de ser escuchados.
Mientras trataba de divisar a mis pares, se me acercó un peñi de mediana edad, cabello cano y vestido de azul que me desafió con lo siguiente: -Señor, esto no es un espectáculo, o se integra o se va- entonces, dando cumplimiento al objetivo por el cual estaba ahí presente, le dije que me integraría, allá- me respondió- al último en la fila de los hombres. En la rogativa, la organización ritual ordena que los hombres vayan tras las mujeres y viceversa. Unos muchachos con banderas nos van separando para evitar que nos desordenemos. Mari mari saludé a un señor de bigote con trari lonko en su frente, buenas tardes me respondió. El más cercano suyo me hizo llegar una rama de canelo que porté como una antorcha durante toda la liturgia.
El sol de primavera derramaba la radiación de las 11 de la mañana, el movimiento circular del nosotros como unidad, como un solo todo humano solicitaba a la madre naturaleza la armonía, la salud para los nuestros, la paz y la valentía necesaria para los desafíos que depara el futuro inmediato, entre otros pedidos. Las y Los machis ya estaban en la conexión con el mundo superior, a la distancia, podía entender el trance en el que se encontraban mientras recepcionaban los dictámenes del Infinito. Luego los oradores, nos hacían llegar las palabras sagradas a la multitud congregada. Todo en mapudungun. Posiblemente nosotros también podríamos recibir algún premio con un fragmento de tales mensajes mediante sueño o visión una de estas noches que se nos vienen. Que así sea -digo exclamo solicito humildemente.
Los cultrunes sonaban con vigor, la gente se encontraba, el mapudungun me resulta incomprensible, pero desde el corazón, las rogativa por fertilidad y orden espiritual, podía captarlas mientras me unía al unísono de los gritos de felicidad y vida que allí prosperaban. Lección de cultura de personas de indefinible edad, podrían tener 100 o más años y caminaban descalzos como veinteañeros sobre las tierras blanquecinas, los guijarros esparcidos y los trozos de leña que el paisaje ofrecía a nuestros pasos. Lecciones de trato social de la gente de la tierra misma, que ofrecían sin distinción de raza, sexo, condición social y/o político el variado sabor del muday a todos nosotros que éramos el cuerpo manifiesto de un gran espíritu que se volcaba al pedido de quienes lo invocaban. Lección de fraternidad de unos jóvenes morenos y cabellos largos que hablaban sobre la importancia de la rogativa como forma de expresión de la humanidad completa, porque todos los seres humanos somos hijos de la tierra no importando de donde provenían las cunas o los orígenes.
Quienes me habían invitado pude divisarlos a lo lejos y nos hicimos señas con la mano, antes de arrodillarnos en reverencia al cumplimiento que la Madre Tierra nos estaba otorgando luego de todos nuestros pedidos.
VGK OCTUBRE 2010

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