Caminar para saber hacia dónde voy.

Caminar sobre el empedrado es requisito para encontrar, más allá donde te lleven los pasos, una decisión devengada en destino. Desde ya resulta fundamental conocer el mapa, ideal no activando gps, antes de tirarse a aplanar las calles.

Caminar es tener una bomba de tiempo en las manos, un motor que extrae desde la fuente infinita de la vida, la capacidad de estar multidimensionalmente en la existencia en forma provechosa y multiplicada.

Caminar sabiendo el trinar de los chincoles arriba de los árboles o escarbando en conjunto a las palomas los restos acopiados entre los escombros. Te armas de valor cruzando la calle y estas convertido en el hombre orquesta dando lo mejor de sus soplidos, sus pulsaciones y y sus golpecitos con el pie, para acondicionar la transición desde el silencio a la música. Los oídos deleitados y los mentones asintiendo hacia el pecho en reverencia y aceptacióin a la partitura compuesta con el abnegado afán de salir del ruido.

Caminar porque los caminos siempre se bifurcan, salen gentes; conocidos de antaños; encuentras boliches cuyos aromas salidos al paso te llaman almorzar, más sigues introduciéndote al magma de la ciudad para quedar atrapado en medio de una estampida ocasionada por vendedores ambulantes que huyen de los municipales que quieren atraparlos por no contar con la autorización necesaria para ofertar sus productos adquiridos en el contrabando.


Caminar para no quedar varado entre las murallas, entre los automóviles, bajo los letreros, bajo los gases.

Caminar para convertirse en vuelo de abeja entre unas matas crecidas desde lo silvestre en medio del ordenado parque. El tiempo dirá si aquellos minúsculos herbazales sean la oportunidad de un bosque o solo su posibilidad  pronto a ser pisoteada por los anónimos de siempre.

Caminar, en este preciso momento para crecer, y erguido verse de pie, viendo como las mortajas se van cayendo sobre las sandalias. No fue necesario seguir adentrándose a los vericuetos que llevan al centro, la mente se ha logrado despejar, está claro que un ejercicio de esta naturaleza, sirve para el caminante porque así conserva la salud, interacciona con el medio, logra encontrarse con alguien del colegio, logra llegar sin mayor tensión al lugar de trabajo.

Caminar te mantiene entre la deriva y el fenecer cantando los himnos que unen a todos los caminantes bípedos del mundo, perteneciendo a la generación que gozó del agua acá y del aire respirado en su limpieza, allá.

Caminando te ves contento, libre, ejercitado, perdido en medio de las multitudes, encontrado en tu lugar de destino, sentado sorbiendo un mate. 

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