Cura Aldunate

La única vez que compartí con él fue en una ocasión en que regresaba de la Ulare a mi casa caminando por Barroso hacia la Alameda de las Delicias. 92, 93 creo. Lo vi parado esperando micro. Me acerqué a él, me presenté, le agradecí todas sus marchas, sus rezos y sus denuncias en favor de las víctimas. No me pescó. Seguí hablándole así como magnetizado hacia su persona. Medio en serio, medio en broma le comenté sobre el infierno para Pinochet y Contreras, él secamente me contestó que quienes necesitaban irse a ese lugar eran los de la Suprema, pues ellos eran hombres que se habían desviado de su misión acá en la tierra y bla bla bla. En eso llegó su micro, una liebre que era como un cajón chico repleta de gente con dirección a la población Los Nogales. -Acá te vas a reír de mi-  El cura se subió y yo lo seguí subiéndome también. Entonces comenzó a sospechar de mi. Le comencé hablar de Mariano Puga y la Villa Francia, tampocó me pescó. La liebre siguió hacia Estación Central bajando y virando hacia General Velasquéz al sur. Había un tremendo silencio entre él y yo y los prensados pasajeros. Estaba muy incómodo. Le hablaba de la dictadura, pero el señor ya estaba chato conmigo, con la gente, los bultos, la micro que doblaba pa un lado,.pa otro, la gente subiendo, bajando, el chofer cortando boletos, haciéndo sonar las monedas, manejando a ratos; entonces repentinamente se bajó como huyendo. Yo quedé arriba viéndolo caminar con su bolso escolar de cuero y perderse. Pucha dije a mis adentros, me creyó sapo el cura, que lata. La micro avanzó unas cuadras. Me bajé, era de noche y estaba en medio de una pobla que solo conocía de nombre. Así que me hice el valiente, respiré hondo y me busqué locomoción en la próxima esquina. Igual recuerdo haber caminado por una calle donde habían grandes árboles que se movían en la noche.

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