Valle Central

 Buen día Gente Querida, amaneciendo en estos parajes, entre las malezas, busco iniciarme en el silencio del bosque. Protegido por las abejas en el día y las polillas en la noche, logro llegar al Gran Árbol, quien me otorga el fruto, lo guardo en mi bolso junto a las hierbas recolectadas; lo abrazo, le agradezco y lo visito en todos sus anillos. Me despido y desaparezco entre los matorrales, más allá aparece Santiago con sus brumas y sus apurados habitantes, entre los cuales me cuento hasta el final de la jornada. Las puertas del metro se abren y se cierran.

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