Almorzando en el bosque

De Cristian C.  supe cuando estaba en el vientre de su madre, la esposa de mi profesor de química en el liceo José Miguel de la Barra en Valparaíso, eso ya hace 25 años.  En aquella ocasión los visité en su casa para una merienda, luego de una jornada de estudios previo a los exámenes. El profe gentilmente me invitó junto a otros compañeros, entre ellos Vergara, al taller de reforzamiento.  Años después el mismo Vergara me contó que se trasladaron a Santiago cuando Cristian ingresó a la Universidad de Chile para estudiar ingeniería. Su apellido me resultó conocido en los titulares de los noticiarios donde figuraba como extraviado.  Lo asocié al profesor inmediatamente y a aquella tarde.  Al llegar los equipos de rescate lo encontraron solo, sin su compañero de ruta, con una torcedura que le impidió descender, por lo mismo tuvo que pasar días en el bosque, solo y a la intemperie.  Inconsciente, pero con signos vitales dieron esperanza a los paramédicos. Había sobrevivido, pese a que cuando lo descubrieron ya no tenía nada que comer, pero pudo alimentarse previamente porque se había comido a su perro.

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