ALQUIMIA PARA UN AFINADOR DE PIANOS

En mis oídos se han
coleccionado toda clase
de bombas; en ellos
se han acumulado
balaceras, tiroteos,
cada fusilamiento.

En mis oídos yace
el rugido de los tanques
de los aviones
de los aviones
rompiendo el sonido,
de las sirenas
repartidas en todas las calles,
los gritos de las madres a quienes
se les han arrancado
sus hijos; los hijos
a quienes se les ha vedado
el regazo de sus madres.

Desde mis oídos
puedo testimoniar
como suena el mundo
Ellos me han legado
el oficio de afinador de pianos.

En mis oídos
descubro el zumbido de una abeja
en medio del follaje
de un bosque
no hallado en los planos
del leñador.

Es allá donde nos dirigimos.
Hacia el gran árbol hueco
a depositar los ruidos y
hecatombes.
Allá en su raíz
los grandes alaridos
las inmensas explosiones
quedarán sujetas
al arbitrio
de una raíz que los llevará
donde duermen los trogloditas.

Sus ronquidos
les hará caer en el
hipnotismo de las piedras
ocultas, quedarán
guardados en el silencio
guardados al interior
de cofres atiborrados
de tesoros. 
 

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