CESANTE ILUSTRADO

El perseguidor encontrado en su propia persecución,
huía de sus propósitos por los cuales sacó diplomas.
En el entredicho luego de obtener los grados, hacía mofa de ellos.
Despreciaba cada uno de sus logros:
Cada vez que podía, le daba unos pisotones como a cucarachas.
Luego huía invadido de repugnancia y culpa
¿Dónde el reflejo en las alimañas, si estaban ahí para verse en el suelo depurar los rastrojos de migas de pan, dejados por el mismo luego de su hambre?
Volvía a correr y tras él iba él mismo en una habitación circular.
Dormía y se veía soñando.
Despertaba y se daba azotes para volver a salirse de sí mismo y en volteretas, correr correr para encontrarse y pillarse.
Todo el rato, toda la vida, más allá de ella incluso.

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