Hallazgo

El viejo Salinas, el hijo chico del curaca de Pomaire, nos hizo llegar un testimonio sobre unas ruinas que el pudo divisar solo una vez, cuando hizo el servicio militar. A nosotros, nos peinó a lo punki el relato que queríamos escuchar luego de meses de seguirle y de comprarle gran cantidad de cacharros que vendía junto a su señora en cada oportunidad que lo visitábamos. Fue en una mateada cuando nos dio las coordenadas, se percató que éramos los indicados; a los días después nos vio en fila caminando cerro arriba, al llegar cerca del objetivo, él se devolvió con la argucia del negocio que atender. Le dimos las gracias y abrazos y hasta la vista y cuando su espalda desapareció valle abajo, entramos en la cueva. Lo que imaginamos fue superado con carácter de absoluto. Por unos bloques de greda tamaño furgón escolar, llegamos a la cripta y encontramos al amauta, que reposaba en ella  cuyo interior estaba cubierto completamente de miel. Pudimos filmar y hacernos algunos retratos chistosos con la momia. Al salir por el túnel hacia la luz, luego de sortear espinos y litres, y pasándonos rollos con el virus hanta, y la fama, y la directora del museo subiéndonos por fin el sueldo,  las naves en forma de maceteros invertidos con bandera tricolor aparecieron en docenas sobre nuestras chupallas. Cuando teníamos sus focos encima nuestro, lo único que se me ocurrió gritarles fue:
 ¡ Venceremos !

Comentarios

Entradas populares